Los tratantes, alquilaban también las cuadras de dicha zona, para tener los animales más protegidos que en la intemperie. Como escaseaban los vehículos, dichos señores, permanecían en la ciudad varios días, hasta el final de las ferias- Lo mismo hacían los labradores que pretendían vender. En los tiempos actuales cuesta creer esto, pues los desplazamientos se hacen en el día para ir a dormir a casa y volver al día siguiente. Por tal motivo, los cafés, bares, restaurantes, hoteles y posadas, estaban muy concurridos y en la calle todo era alegría.
Todos los sábados del año, se celebraba en la citada plaza cubierta de los actuales jardines de Hermosilla, el mercado de “tetones” o sea de cerdos mas bien pequeños. Dicho día, se consideraba como fiesta entre los labradores de la zona y aunque no tuvieran que hacer ningún negocio, venían para charlar con los agricultores de otros pueblos y enterarse de todos los precios de su gremio. El más popular y concurrido centro de reunión, estaba en el Café Suizo regido por los hermanos Zárate.
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